La decisión de Ursula von der Leyen de retirar la Ley de Reducción de Plaguicidas SUR, cuyo objetivo es reducir el uso de plaguicidas en un 50% y prohibir los más mortíferos para 2030, se considera en el sector biológico una oportunidad perdida. El debilitamiento de las políticas que promueven la reducción de plaguicidas y la agricultura sostenible amenaza la salud del suelo y, a su vez, la resistencia climática y la productividad agrícola.
Esta resolución llega en el contexto del Pacto Verde Europeo y del marco De La Granja a la Mesa, tras semanas de protestas de agricultores descontentos con la normativa medioambiental de la UE. Lo que podría haber sido un paso firme hacia estrategias de producción agraria más sostenibles se convierte, para muchos, en una ocasión perdida en el progreso de la agricultura europea especialmente en un momento en que la necesidad de prácticas agrícolas sostenibles nunca ha sido tan evidente.
En el escenario actual de cambio climático, la gestión de nuestros recursos naturales ha cobrado una urgencia sin precedentes. Hay que recordar que el suelo es un recurso no renovable que sustenta la vida en nuestro planeta. La erosión de políticas que promueven la reducción del uso de pesticidas y la adopción de prácticas agrícolas más sostenibles, pone directamente en peligro la salud del suelo y, como consecuencia, la resiliencia frente al cambio climático y la productividad agrícola. Por un lado, un suelo saludable es esencial para la productividad agrícola, la eficiencia en el uso del agua, y la resistencia a enfermedades y plagas. Por otro lado, el uso de químicos impacta la capacidad del suelo de actuar como sumidero de carbono, exacerbando así el problema del cambio climático.
Por consiguiente, es necesario acompañar y respaldar a los agricultores, quienes se encuentran en la primera línea de impacto del cambio climático, en el proceso de transición hacia prácticas que fomenten la resiliencia del suelo. Asimismo, es crucial que se reconsideren políticas que incentiven prácticas agrícolas sostenibles, y en paralelo, invertir en investigación y herramientas legislativas que agilicen el proceso de registro, facilitando así el desarrollo más rápido de soluciones de biocontrol.
En este momento crítico, la Unión Europea plantea revisar y mantener abierto el debate para reenfocar y alinear sus políticas agrarias con los objetivos del Pacto Verde Europeo, incorporando las necesidades y la perspectiva de los productores agrarios. Nos sumamos a esta visión recordando que un cambio en la gestión de las prácticas agrícolas es necesario y la salud del suelo es nuestra mejor inversión en la seguridad alimentaria y en el bienestar del planeta. La salud de las personas, los animales y los ecosistemas está estrechamente interrelacionada y, para afrontar los retos actuales, todas las partes implicadas deben colaborar de forma conjunta para conseguir lo que ningún sector puede lograr por sí solo. La reciente decisión de la Comisión Europea debe verse como una oportunidad para explorar las estrategias más eficaces para lograr una agricultura sostenible y resistente, al tiempo que se garantiza la rentabilidad de los productores y se mantienen los objetivos a largo plazo para 2050.