«Bioestimulantes» es el término más común para ciertos productos que estimulan los procesos naturales para mejorar o beneficiar la absorción de nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico y en ultima instancia la calidad y salud del suelo, y en consecuencia, la calidad y el rendimiento de los cultivos. Sinónimos incluyen biofertilizantes, probióticos vegetales, bioestimuladores y potenciadores metabólicos.
Los bioestimulantes se han utilizado en la agricultura comercial durante décadas, pero se están convirtiendo rápidamente en algo habitual para mejorar la calidad y salud del suelo. El mercado mundial de estos productos se estimó en 2.600 millones de dólares en 2019, con un valor previsto en 2025 de más de 4.000 millones de dólares. Entre los productos bioestimulantes más comunes se encuentran los extractos de algas, los ácidos orgánicos, los microbios beneficiosos (bacterias y hongos), los hidrolizados de proteínas o los aminoácidos y el quitosano, y entre las categorías menos comunes, pero en crecimiento se encuentran los extractos microbianos, el biochar y las enzimas concentradas.
A diferencia de los insumos tradicionales, como los fertilizantes o los plaguicidas, los bioestimulantes son únicos en el sentido de que un solo producto puede tener múltiples vías para influir en el crecimiento y el desarrollo de los cultivos en función del momento y el lugar de aplicación. La aplicación del mismo bioestimulante, un extracto de algas por ejemplo, en el momento de la plantación puede influir en las comunidades microbianas de la zona de aplicación, mejorando la calidad y salud del suelo y las relaciones microbio-planta, mientras que una aplicación foliar en las fases de crecimiento vegetativo puede inducir vías de señalización para mitigar el estrés abiótico.
Es importante profundizar, entonces, el alcance de los efectos de los bioestimulantes en la calidad y salud del suelo y de las plantas: mientras que muchos bioestimulantes están destinados a ser aplicados a los cultivos para aumentar la productividad, muchos productos logran estas respuestas a través de los impactos en los suelos y la biología de la zona radicular.
¿Podría una evaluación más detallada de los efectos de los bioestimulantes sobre la calidad y salud del suelo revelar beneficios hasta ahora desconocidos de la aplicación de los bioestimulantes?
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